A partir del 1 de enero de 2025, obras literarias, musicales y cinematográficas de renombre mundial podrán ser utilizadas libremente gracias a la expiración de sus derechos de autor en Estados Unidos. Entre los nombres más destacados se encuentran Tintín, el famoso reportero creado por el belga Hergé en 1929, y Popeye, el icónico marinero concebido por Elzie Crisler Segar ese mismo año.
Este hito cultural es posible gracias a la legislación estadounidense sobre derechos de autor, que establece un plazo de protección de 95 años para libros, películas y otras expresiones artísticas. Una vez transcurrido este periodo, las obras pasan al dominio público, permitiendo que cualquier persona pueda copiarlas, adaptarlas o distribuirlas sin necesidad de autorización o pago a los titulares originales.
La lista de obras liberadas este año incluye también novelas célebres como El ruido y la furia de William Faulkner, Adiós a las armas de Ernest Hemingway, y Una habitación propia de Virginia Woolf, junto con la primera traducción al inglés de Sin novedad en el frente occidental de Erich Maria Remarque.
En el ámbito cinematográfico, destacan títulos como Chantaje, una de las primeras películas de Alfred Hitchcock, y La guardia negra, el primer largometraje sonoro del director John Ford. En música, composiciones emblemáticas como el Bolero de Maurice Ravel y An American in Paris de George Gershwin también se suman a la lista, aunque solo las grabaciones anteriores a 1924 serán de libre uso.
Este fenómeno cultural es documentado anualmente por el Centro para el Estudio del Dominio Público, adscrito a la Facultad de Derecho de la Universidad de Duke, que publica una lista detallada de las obras que pierden sus derechos de autor. Según Jennifer Jenkins, directora del centro, este año marca un momento especial, con la liberación de más aspectos de Mickey Mouse en sus versiones de 1929, junto con los primeros pasos de Tintín y Popeye como figuras icónicas.
El dominio público ofrece grandes oportunidades para la creatividad contemporánea. Adaptaciones, reinterpretaciones y nuevos proyectos podrán surgir sin barreras legales, revitalizando personajes y obras que han formado parte del imaginario colectivo por décadas.
Con esta liberación, se abre un nuevo capítulo para la cultura global, donde clásicos del siglo pasado podrán ser disfrutados y reinterpretados por nuevas generaciones.